DECÁLOGO POR EL ESFUERZO Y EL MÉRITO, POR EL SENTIDO DEPORTIVO DE LA VIDA
POR LA VOCACIÓN, EL SACRIFICIO, LA LEALTAD Y EL RESPETO
1. A veces conviene repetir lo evidente. Y lo evidente, en la educación y en la vida, es que hay que esforzarse y tratar de hacer las cosas lo mejor posible. Porque el esfuerzo y el mérito bien entendidos nos llevan a la búsqueda de la verdad, a la dignidad personal, a la libertad, y a la alegría de luchar cada uno y juntos por todo aquello en lo que creemos.
2. Nosotros creemos que la única igualdad verdadera, justa y que da fruto, que incentiva y nos hace mejores, es la igualdad de oportunidades: ante la ley, en el acceso a la función pública profesional, y en el disfrute de los servicios públicos. Algo que hoy no sucede en todas las regiones españolas.
3. Y la igualdad de oportunidades la da sobre todo la educación de calidad, que reconoce el mérito, el esfuerzo, el saber, la imaginación, el talento, el respeto, el trabajo bien hecho, y que compensa con más atención las desventajas y dificultades de las que los alumnos partan, o que les vayan surgiendo a lo largo de sus años escolares.
4. Creemos que la verdadera igualdad es, como dijo el Tribunal Constitucional en sus primeros años, el trato desigual de los desiguales. Y de ahí nuestra apuesta, contra viento y marea, por el Programa de Altas Capacidades, el Bachillerato de Excelencia, la FP dual, las enseñanzas artísticas, y, sobre todo, porque las familias puedan elegir la educación especial si creen que sus hijos la necesitan.
5. El esfuerzo y el sacrificio ofrece frutos en la mayoría de los casos. Pero si el resultado es el fracaso, debemos enseñar a nuestros niños y jóvenes, y recordar nosotros mismos, que la derrota y el fracaso pueden ser también grandes maestros. Que el éxito puede ser engañoso. Que buscar el éxito por el éxito sin creer en nada más, ni en nadie, puede ser empobrecedor y una trampa.
6. Es necesario aceptar deportivamente la frustración. Esta es parte esencial también de la cultura del esfuerzo porque no hay mayor trabajo que hacerse dueño de uno mismo para conquistar la libertad interior, fundamento de la libertad política. Y, sin embargo, cada vez más jóvenes se sienten enseguida frustrados por muchos motivos.
7. La ideología está matando el rigor académico, el entusiasmo, y nunca ha habido tanto miedo en la universidad, por culpa de la cultura de la cancelación. De la Universidad de la Transición, que llamó de vuelta a todos los exiliados y vetados, de aquella libertad sin ira, se ha caído en la universidad de los escraches, la censura, el miedo y la exclusión de quien se atreva a disentir. Hay policías de la corrección por todas partes.
8. La educación de calidad ha sido y es la gran reconocedora del mérito, pero también del talento, y sobre todo de algo tan occidental e hispano como reconocer que cada persona es única e insustituible. Que cada uno es dueño de su propio destino. Por eso la educación basada en el mérito verdadero y justo, y en el esfuerzo, ha sido y es el verdadero ascensor social. En el que creemos como partido y como proyecto político para España.
9. Nuestra obligación como poderes públicos es que el alumno no sólo se prepare para el empleo, que es esencial para ganarse la vida, sino sobre todo que el alumno sepa. Que tenga las herramientas para saber quién es, de dónde viene y a dónde va. Así, los niños y jóvenes podrán descubrir quiénes son y evitarán que nadie les engañe con mentiras identitarias, colectivistas, ni victimistas.
10. La igualdad y la justicia empiezan por darle al alumno el legado cultural al que tiene derecho. En nuestro caso es el legado de todo Occidente y de Hispanoamérica, el tesoro de mil años de cultura en español, que compartimos casi 600 millones de personas. El gran legado de una de las naciones más antiguas e importantes del mundo. Este es también el deber de lealtad que tenemos todos con nuestra Historia, nuestro presente y nuestro futuro.